Ilustración de Denis Goncharov.
En todo aquello susceptible de recibir el nombre de lectura, el proceso tiene que ser absorbente y voluptuoso; tenemos que deleitarnos con el libro, embelesarnos y olvidarnos de nosotros mismos, y acabar la lectura con la cabeza rebosante del más abigarrado y caleidoscópico baile de imágenes, incapaces de dormir o de tener un pensamiento continuado.
Traducción de Ismael Attrache
Memorias para el olvido. Ensayos.
Robert Louis Stevenson
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