viernes, 7 de julio de 2017

El Eco y sus leyendas

Talbot Hughes. Eco, 1900.

Bien enterado tú de lo que digo,
puedes a los demás y a ti explicarte
cómo en las soledades los peñascos
repiten las palabras por su orden
y en articulación cuando buscamos
entre montes opacos los perdidos
compañeros, llamándolos a voces.
Sitios he visto yo que repetían
seis o siete palabras, diciendo una:
las palabras así de cerro en cerro
reflejadas muy bien se distinguían.
Los pueblos comarcanos se figuran
que las ninfas habitan estos sitios,
y caprípedos sátiros, diciendo
los faunos ser, que en estas soledades
interrumpen la calma silenciosa
con su nocturno estrépito y retozo
y que hieren las cuerdas con destreza,
que acompaña la flauta bien tocada:
y aseguran sentir los campesinos
cuando Pan, agitando en su cabeza
anfibia la corona de los pinos,
recorre con sus labios retorcidos
los caramillos, porque nunca deja
de sonar canción rústica la flauta
otros muchos prodigios de esta clase
refieren, y los venden por milagros,
bien porque no se mire aquella tierra
que habiten ellos como abandonada
de los dioses, o bien sean movidos
de otra cualquiera razón, como que toda
la raza humana fábulas ansía.

Traducción de Abate Marchena

De la naturaleza de las cosas
Lucrecio

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