martes, 5 de septiembre de 2017

Los alimentos terrestres

Andrei Belichenko. Reconfortante siesta.

Natanael, ¿qué te diré de las camas?
He dormido en los almiares; he dormido en los surcos de los trigales; he dormido en la hierba, al sol; en los trojes de heno, por la noche. Colgaba mi hamaca de las ramas de los árboles; he dormido columpiado por las olas; acostado en el puente de los navíos; o en las estrechas literas de los camarotes, frente al ojo estúpido del tragaluz. Hubo camas en las que me esperaban cortesanas, otras en las que yo esperaba a mozalbetes. Las había cubiertas con telas y tan blandas que parecían armonizarse para el amor, lo mismo que mi cuerpo. He dormido en los campos, sobre tablas, en las que el suelo era como una perdición. He dormido en vagones en marcha, sin perder un instante la sensación del movimiento.
Natanael, hay en el sueño admirables preparativos; hay admirables despertares; pero no hay sueños admirables, y a mí no me gusta el sueño sino en tanto que lo creo realidad. Pues el sueño más bello no vale
         el momento del despertar.

Traducción de Luis Echávarri

Los alimentos terrestres (1897)
André Gide

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