viernes, 3 de noviembre de 2017

Arabesco

Huang Zong Jiang. La Gran Muralla.

Allí, en medio de la niebla, enorme, mayestática, silenciosa y terrible, se alzaba la Gran Muralla. En aquella soledad, con la indiferencia de la misma naturaleza, escalaba la ladera de la montaña y descendía después hasta la profundidad del valle. Amenazadora, las sombrías torres rígidas y cuadradas se erguían a intervalos en sus puestos de guerra. Despiadada —porque fue construida a costa de un millón de vidas humanas y cada una de aquellas grandes piedras grises quedó manchada con las lágrimas y la sangre de los cautivos y de los parias— extendíase a través de un mar de escabrosas montañas. Sin miedo hacia su viaje interminables de kilómetros tras kilómetros hasta las más recónditas regiones de Asia, en completa soledad y misteriosa como el gran imperio que guardaba. Allí, en medio de la niebla, mayestática, silenciosa y terrible, se alzaba la Gran Muralla.

Traducción de José Romero de Tejada

En un biombo chino (1922)
William Somerset Maugham

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