miércoles, 29 de noviembre de 2017

El acto de leer

Ludwig Gloss. El sabio en su despacho.

Es, pues, la lectura —al menos cuando logra su pleno acabamiento— un silencioso coloquio del lector con el autor de lo leído. Éste da figura a una parte de lo que su espíritu contiene, idea, sentimiento, recuerdo o invención; y el lector llega a serlo plenamente cuando, puesto en contacto sensorial con lo escrito, descubre y entiende lo que con ello quiso el autor expresar. Nadie lo ha dicho más sucinta y vigorosamente que Galeno. En el primer libro de su tratado de usu partium elogia la excelencia de la mano, órgano con que el hombre "escribe sus leyes, erige a los dioses altares y estatuas, construye naves, flautas, liras, cinceles y todos los instrumentos de las artes, deja a la posteridad sus comentarios escritos a las especulaciones de los antiguos; y así —añade Galeno—, gracias a las letras y a las manos es hoy posible conversar con Platón, Aristóteles, Hipócrates y otros antiguos". El médico por antonomasia vio claramente que leer no es sino conversar, sostener un mudo coloquio con el autor de lo leído. 

La aventura de leer (1956)
Pedro Laín Entralgo

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