jueves, 30 de noviembre de 2017

La mujer desnuda

Ilustración de Vladimir Laphsin.

18. La espalda

Si dar la espalda es grosero porque se ignora deliberadamente a un acompañante, tensarla es amenazador, porque sugiere una preparación corporal para la acción violenta. Por esta razón, a los militares se los entrena especialmente para tensar la espalda, de modo que, incluso estando relajados y cómodos, parezcan un poco más agresivos que el ciudadano medio. Tensar la espalda tiene también el efecto de incrementar ligeramente la altura global del cuerpo, un cambio que contribuye a una exhibición de dominio. El hundimiento de la espalda, lo que sucede con la depresión, transmite señales de pérdida de dominio, agachando el cuerpo ligeramente; es casi como si uno estuviera inclinando la cabeza en señal de sumisión.
Los gestos en los que se lleva a cabo una toma de contacto con la propia espalda son diversos. El más simple es el que consiste en permanecer de pie o caminar con «los brazos detrás de la espalda». Esto suele hacerse con los nudillos de una mano agarrados por la palma de la otra y es una postura adoptada en general por los individuos de alto estatus, especialmente la realeza y los líderes políticos en ocasiones oficiales, por ejemplo cuando están visitando exposiciones especialmente preparadas para ellos. La postura es de extremo dominio y es la contraria a la del «cruce de brazos» nervioso en el que los brazos se mantienen cruzados por delante del cuerpo como una especie de barrera de seguridad. La postura de manos detrás de la espalda dice que la persona está tan segura de su dominio que no tiene necesidad ni siquiera de la mínima protección frontal. Los profesores adoptan también esta postura cuando caminan por su escuela, demostrando así su dominio de ese territorio en particular.
Otras ocasiones en las que se toma contacto con la espalda son aquellas en la que ésta se utiliza para ocultar ademanes, como cuando una niña se lleva la mano a la espalda para cruzar los dedos cuando dice una mentira.

Traducción de Miguel Hernández Sola y Virginia Villalón

La mujer desnuda (2004)
Desmond Morris

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