domingo, 21 de enero de 2018

La Montaña Análoga

René Daumal. La Montaña Análoga.

Nota del encargado de la edición

1
Cuando hayas descendido tres veces y luego ascendido por los corredores terminados en un pico (que no se ven más que en el último momentos), las piernas te temblarán de arriba a abajo y los dientes te castañetearán, entonces alcanza alguna pequeña plataforma en la que puedas detenerte sin peligro: y trata de recordar todos los insultos que conozcas y lánzaselos a la montaña, y escúpela, insúltala de todas las formas posibles, bebe un trago, come un bocado y sigue trepando, tranquila y lentamente, como si tuvieras toda la vida por delante para salir de ese mal paso. Por la noche, antes de dormirte, cuando lo recuerdes, te darás cuenta de que se trataba de una comedia: no era a la montaña a la que hablabas, no es a la montaña a la que venciste. La montaña no es sino roca o hielo sin oídos y sin corazón. Pero es posible que esta comedia te haya salvado la vida.
Por otra parte, en los momentos difíciles te sorprenderás, a menudo, hablando a la montaña, a veces halagándola, otras insultándola, a ratos prometiendo y otras amenazando; y tendrás la sensación de que, si la hablaste como era necesario, la montaña responde, dulcificándose, sometiéndose. No te menosprecies por ello, no sientas vergüenza de comportarte como esos hombres que nuestros sabios llaman primitivos o animistas. Lo único que has de saber, cuando después pienses en esos momentos, es que tu diálogo con la naturaleza no era sino la imagen (fuera de ti) de un diálogo que se desarrolla dentro.

Traducción de Carmen Santos

La Montaña Análoga
René Daumal

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